Para que las vacaciones no sean un caos emocional

Las vacaciones suelen ser un tiempo esperado por la mayoría de quienes trabajan o estudian durante el año, suele ser un tiempo de ocio, mezclado a veces con un poco de incomodidad, porque no se está acostumbrado a estar con demasiado tiempo libre.

Puede que en ese tiempo las relaciones interpersonales cambien o se modifiquen, y hasta experimenten sobresaltos. Por eso resulta tan importante saber qué es lo que tienes que resguardar en estos días (tanto si tu intención es ver París en dos días como si pretendes pasar dos semanas en el pueblo) y qué es lo que no debes pasar  por alto para que todo funcione a la perfección.

Si descubres que el paisaje y las actividades sobrepasan el tiempo que tienes pensado destinar, puedes tratar de reducirlos o ampliarlos: hablar con tu jefe o superior y explica que se trata de una cantidad de días que no sueles tener durante el año, y que precisamente los quieres dedicar a todos aquellos aspectos a los que no puedes dedicarle el suficiente tiempo durante el resto del año.

Para lograr un mayor relax, trata de buscar lugares en los que sea complicada la conexión a Internet y, por qué no al teléfono; puede que los primeros días la sensación de encontrarte incomunicado te desespere, pero con el paso del tiempo notarás que ha resultado ser una excelente decisión, porque dejarás de estar pendiente de aquello de lo que precisamente te querías liberar.

Es probable también que tu relación con las personas que viajes no sea la misma que la habitual; asegúrate de compartir tu viaje con personas con las que tengas una buena compatibilidad, ya que una cosa es compartir un par de horas durante una cena, y otra es estar 24 horas durante varios días o lo que sea que dure el viaje.

Irse con amigos es una de las mejores experiencias que puede vivir cualquier persona en sus vacaciones, pero una de las mejores opciones es irse con las verdaderas amistades y no con conocidos o compañeros circunstanciales de la vida, que podrían generar algunos roces y contrarrestar el objetivo original del viaje.

De todas maneras una de las mejores alternativas es poder establecer algunos “acuerdos simples de convivencia”. No está mal establecer que cada uno puede hacer lo que quiera en determinados momentos para que todos puedan cuidar su espacio, lo mismo que plantear que no habrá enojos ni molestias si todos no quieren hacer lo mismo (unas normas básicas de convivencia). “El que avisa no es traidor”, y si antes de viajar este tipo de cuestiones están planteadas, la convivencia será mucho mejor.

En cuanto a las vacaciones en pareja, suele ser lo mismo. Es un momento muy bueno para pasar a centrarse en los dos, y aunque en principio cabría imaginar relax también pueden surgir algunos roces que no son habituales en la convivencia. De todas maneras, si es la primera vez que viajas con tu pareja, siempre preferible empezar con un periodo de tiempo más corto. Lo ideal es comenzar por algunos días, un fin de semana, y alguna escapada corta para saber cómo funciona esa situación y después, si funciona, apostar por una aventura más larga. Tampoco hay que pensar que un viaje va a ser mágico si la pareja se encuentra en crisis. Puede que ayude, pero lo que llevó a esa crisis puede tener raíces mucho más profundas de las que se pueden subsanar en vacaciones, y puede que no alcancen para solucionarlo.

La única premisa de las vacaciones es poder disfrutar y la única precaución que hay que tener antes de tomarlas es evitar todas aquellas personas, situaciones y momentos que haga perder ese disfrute. Planear un poco más, puede ser la solución más sana y sensata.

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UBH

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